Olivo.
Hoy os comparto una Receta sencilla para bajar la tensión.
Mi relación con los olivos es un tanto particular.
Me encanta todo de ellos, sus formas, su fruto, sus raíces y su sabiduría.
En mi primer colegio, Ciudades Unidas, compartíamos patio con unos cuantos olivos centenarios. En lo alto y al fondo, protegiéndonos y ofreciéndonos un lugar espectacular donde jugar, esconderte, escalar e imaginar todo tipo de aventuras. Realmente eran mi refugio preferido. Los consideraba ‘mi casa’.
Después de unos años, construyeron otro colegio al lado y tuvieron que quitarlos. Yo no entendía nada. Quitar árboles!!! Sentí mucha pena, ahora quiero creer que los trasladaron a otro lugar.
Con 12 años nos mudamos a una casa, en otro pueblo El barrio se llamaba ‘Los Olivos’. Por qué? Porque fueron construidas en un olivar. Todavía quedaban muchos alrededor y era nuestro lugar de juego y expediciones en bici con sus arenas movedizas incluidas, claro!
Después de unos años, siguieron construyendo casas y los olivos fueron desapareciendo. Seguía sin comprender todo esto.
Ahora que sé lo que significa que un Olivo tuviera el tamaño de aquellos lo comprendo casi menos. Pero en fin, eso ya no se puede cambiar.
Lo que desde luego que no cambió es mi gusto por su fruto, en cualquiera de sus formas, prensado o sin prensar. Aliñado con hierbas y especias, aceitunas verdes y negras. Es una conexión muy, muy , muy especial.
Hace unos cuantos años, en Grecia, tuve la experiencia improvisada de varear, recoger, ir a la más antigua almazara de la isla y sacar su oro líquido. El más puro que jamás he visto y olido, Mmmmmm. Producción casera, para uso anual. Hicimos aceitunas también, las mejores del mundo. Y nos regalaron un litro a cada uno, como manda la tradición nos dijeron, por ayudarles. Para mí fue un regalo tener la experiencia y poder estar en aquella casa sin electricidad, con agua de la fuente y mucha música de violines y cantos al anochecer.
La mitología de por qué la capital de este país se llamó Atenas, está relacionada con este árbol. Los dioses eligieron el regalo de Atenea, una vara de olivo, frente al de poseidón. Y lo eligieron por ser el Símbolo de la Paz y la Sabiduría. Todavía es hoy que se siente y aprecian estos valores en sus gentes tan acogedoras con los visitantes y viajeros. Casi como en la Odisea de Homero.
Este año, como me ha tocado vivir estos meses en el mediterráneo, estoy rodeada de nuevo de ellos. En esta finca hay bastantes.
Son diferentes porque están muy altos y un poco delgados. No han sido podados para cultivo y están asalvajados. He podido observar su floración conscientemente. Dejaban un manto blanco de florecitas pequeñas que volaban por todos lados.
Recolecté su hoja para hacer su hidrolato y llevarme su esencia, con todo su permiso, claro!!
Así lo podré incluir en las cremas personalizadas para regular la grasa, purificar y dar tono.
Su aceite es usado en todas nuestras cocinas occidentales, sobre todo mediterráneas.
Su ácido oleico ayuda a reducir el colesterol y enfermedades cardiovasculares.
Sus hojas también son muy buenas para bajar la tensión sanguínea.
RECETA:
2 Docenas de hojas (24)
1/4 litro de agua
Hervir durante 15 minutos.
Se debe tomar en ayunas y antes de dormir durante dos semanas y se descansa una. Se repite hasta que la tensión baje.
Este remedio tradicional debe tomarse siempre y cuando no se esté administrando ya otro para el mismo efecto. Al menos sin consultar a un especialista.
Bonitos, aromáticos y relajados días!
